martes, 15 de marzo de 2022

Espirales

Tenía razón en muchas cosas. Dentro de mi ser encuentro demasiado orgullo y demasiadas palabras de significados raros que me llevan a dar vueltas y vueltas sobre muchas cosas. Siento que al final son solo aquellas mínimas teorías que nunca quise aceptar por no querer creerlas, o tener una vista diferente de cómo era la vida, pero ahora, en la más calma balsa en el embravecido mar, logro vislumbrar que ella tenía razón. Todo se va. Todo se hunde. Recuerdo en mi niñez arrojar rocas a un embalse. Las veía hundirse y desaparecer en la oscuridad de las aguas. Aquella roca era parte de la oscuridad ahora y, para mi entendimiento, dejaba de existir. Ahora siento que todo es así: que ahora soy la roca. Nadie va a venir a buscarme, nadie va a venir a salvarme. Solo yo me hundo, y las manos negras del embalse me empiezan a abrazar, lentamente, frías, y los rayos del sol se van sofocando en un mundo de ondas que las difuminan hasta que al final no se ve nada. Todos se van.
Crear vínculos es muy difícil para mí, y envidio intensamente a aquellos que se les facilita hacerlo. Así sean leves hilos. Siento que he intentado tanto protegerlos que los termino deshilachando en tiras aún más pequeñas, hasta que quedo allí, con las manos estiradas mirando retazos de algo que era un cuerpo entero. No sé cómo salvarlos, no sé cómo salvar a la otra persona y mucho menos cómo salvarme a mí. Todo es una fila de dominós y todo empezó con un simple golpe que yo mismo dí. Y son los espirales. Una vuelta tras otra, que cuando llegas al centro solo se concentra en una mancha más y más oscura que sigue tragando todo a su alrededor. Dibuja un espiral y continua y continua. Jamás lograrás llenar más ese hueco al final. Todo se lo seguirá tragando. ¿Para qué alimentarlo con más? ¿para qué seguir dándole más y más que arrebatarte? ¿para que generar lazos si igual volverás al centro, a lo que no tiene fin? 



Ella tenía razón.

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