miércoles, 2 de enero de 2019

Come over

     Entro y la casa está sola. Nadie está y lo sé, se fueron sin mí, a petición mía. Todo es oscuridad y la soledad se siente. La casa pierde su vida inhabitada y solo quedan sombras del pasado. Fantasmas mentales me atacan en forma de recuerdos, diferentes personas que han pasado por este corredor y no se han quedado. Tu sí. Subo a la habitación y la encuentro como la deje, como un reflejo de mi alma y mi psiquis, una proyección de lo roto, un conjunto de palabras que quedaron marcadas y siguen como una espina encarnada, un poco de rosa que da a saber que lo bello puede ser doloroso, que lo bello tiene un precio al obtenerlo.
     Ven. Arráncame esta pena, arráncame esta tristeza, destrúyeme  y constrúyeme, se mi pegamento, se mi martillo, destrozame con tus uñas, ensordeseme con tus gritos de placer, déjame volver a hacerte mujer, aferrate a mi y llevate la tristeza, por un rato, por una noche, por unos meses, por un verano, por un invierno, vuélveme a llenar un poco, hazme sentir algo, así sea asco, así sea cariño, ¿qué puedes perder? ¿qué puedes ganar? sabes quien eres, sabes que sigo allí, un poco latente, escondido, tímido, dentro de ti, ¿una espina? ¿una semilla? estoy esperándote, donde todo empezó a terminar, donde siempre, en nuestro mundo escondido, en el que jugueteabas con mi pecho, en el que te reías de tonterías, donde nos entendíamos a pesar de todo, ¿piensas que es a otra persona? descubrelo, ¿qué importa? ¿a que le temes? ¿temes que tenga razón? ¿temes que sea mentira? ven, llenate de calor, llenate de sentimiento destructivos, amorosos, cariñosos, de odio.
     Llama y ven. Estaré esperándote.