jueves, 24 de noviembre de 2022

 Hubo un momento en que pensaba que la vida se moldeaba a mi voluntad. Que todo lo que estaba a mi alcance, empezando por mí mismo, lo podía manejar dependiendo de lo que yo necesitara. A través de los años, la vida me ha dado lecciones de que el caos gobierna el mundo y que así este en la palma de mi mano, todo se puede desmoronar en cuestión de segundos. 

Estoy bien.

 Todo el tiempo estoy bien. Sin embargo, estoy bien pero ya las mañanas soleadas no me sacan una sonrisa, que el peso de su cabeza en mi corazón no me alivia los males, que no me levanto queriendo seguir adelante, que no me motiva dar un paso más. Estoy bien. Quisiera estar mal. Quisiera llorar, patalear, gritar, decirle a todo el mundo que no me parece lo que está sucediendo, soltar el peso, decirle que la extraño y no quiero perderla. Quisiera estar acostado en el piso, en posición fetal, y dejar que me carguen un rato. 

Pero otra vez estoy aquí, en la misma cama, con los ojos rojos, pesados y tristes. Suspiro otra vez.

Estoy bien. 

sábado, 11 de junio de 2022

Privacidad

Ese es el problema, corazón, el meollo del asunto. 

Cuando llegas a tu cama, un montón de fantasmas te esperan. Aquellos que te susurran y te tocan. 

Son tantos que ya no importan. Son tantos que ni nombre tienen. 

En cambio, en la mía solo hay uno. Uno con tu cara. Uno con tu voz. 

Uno que me arropa y me abraza al acostarme. 

Por eso no lo he sacado. 

Por eso no se va. 

martes, 15 de marzo de 2022

Espirales

Tenía razón en muchas cosas. Dentro de mi ser encuentro demasiado orgullo y demasiadas palabras de significados raros que me llevan a dar vueltas y vueltas sobre muchas cosas. Siento que al final son solo aquellas mínimas teorías que nunca quise aceptar por no querer creerlas, o tener una vista diferente de cómo era la vida, pero ahora, en la más calma balsa en el embravecido mar, logro vislumbrar que ella tenía razón. Todo se va. Todo se hunde. Recuerdo en mi niñez arrojar rocas a un embalse. Las veía hundirse y desaparecer en la oscuridad de las aguas. Aquella roca era parte de la oscuridad ahora y, para mi entendimiento, dejaba de existir. Ahora siento que todo es así: que ahora soy la roca. Nadie va a venir a buscarme, nadie va a venir a salvarme. Solo yo me hundo, y las manos negras del embalse me empiezan a abrazar, lentamente, frías, y los rayos del sol se van sofocando en un mundo de ondas que las difuminan hasta que al final no se ve nada. Todos se van.
Crear vínculos es muy difícil para mí, y envidio intensamente a aquellos que se les facilita hacerlo. Así sean leves hilos. Siento que he intentado tanto protegerlos que los termino deshilachando en tiras aún más pequeñas, hasta que quedo allí, con las manos estiradas mirando retazos de algo que era un cuerpo entero. No sé cómo salvarlos, no sé cómo salvar a la otra persona y mucho menos cómo salvarme a mí. Todo es una fila de dominós y todo empezó con un simple golpe que yo mismo dí. Y son los espirales. Una vuelta tras otra, que cuando llegas al centro solo se concentra en una mancha más y más oscura que sigue tragando todo a su alrededor. Dibuja un espiral y continua y continua. Jamás lograrás llenar más ese hueco al final. Todo se lo seguirá tragando. ¿Para qué alimentarlo con más? ¿para qué seguir dándole más y más que arrebatarte? ¿para que generar lazos si igual volverás al centro, a lo que no tiene fin? 



Ella tenía razón.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Sin titulo

¿Por qué es tan difícil decir adiós? ¿cuáles son aquellos lazos que nos unen y por que trascienden tanto? ¿y es peor acabar o ser acabado? Lo que no se puede reparar. La esencia invisible imposible, el ser contradictorio; querer algo que nunca podrás conseguir, anhelar buscar en lo más recóndito aquellos momentos en que sonreís para justificar las acciones futuras. La tranquilidad y la felicidad a veces no van de la mano, puesto que buscar aquello que ya no existe se convierte en agotar cada célula. Podemos perder el sentido de navegar en un lugar incierto donde el camino sólo quita acompañantes y ganas de seguir. ¿Es aquello cruel? ¿abandonar la nave cuando se está en su peor momento o el naufragio ocurrió hacía ya mucho tiempo y sólo tratamos de recolectar pedacitos chiquitos de un gran navio?
¿Fue en verdad un gran navio o un adorable pero descartable barca que adquirió valor al no ser capitán de lo que se merece?
Reconocerse como un error continuo y poco útil. Darse cuenta que aquellos errores que se intentaron purgar fueron repetidos por el dolor y el apego, por aquella finalidad de no estar solo, por aferrarse un amor inexperto y desesperado, un corazón a media luz, a medio color, a media intensidad. Siempre con aquello que se busca y se atiene a todo con tal de sentirse un poquito con plenitud. Sin embargo ya se es consciente de esta estratagema, que desde un principio siempre lo supe Y aún así me enrede en aquella mentira que me quería hacer creer.
Por fin puedo ver la cueva.
El dolor ha parado