martes, 13 de noviembre de 2012

Ella.

Ella es simplemente hermosa. Todo, desde mi punto de vista, es perfecto en ella. Sus ojos, marrones oscuros, son como ventanas que te dejan ver su dulce alma, su carisma, sus cualidades pero nunca me revelan sus defectos. Sus mejillas son como dos almohadas, que con su linda tez blanca como un invierno en París, producen un efecto al sonreír que te deja sin palabras, simplemente te desarma, te deja como un niño indefenso al observar lo único que te puede dar la vida o quitártela si ella desea ello. Su cuerpo es una obra de arte, una regalo que demuestra la perfección que los seres humanos queremos y podemos lograr, Un cuerpo puro sin mancha, sin pecados que ocultar, un humilde lienzo en el que ella dibuja su vida a diario, envidia de Venus, simplemente una obra maestra de la naturaleza. Su pelo es castaño, con ondulaciones que te dejan imaginar un gran océano marrón en el cual te pierdes con ella, en tu propio mar para estar con la persona que más quieres; Me encanta como huele, tiene un olor a rosas y alcohol por la mañana, a ese aroma que te embriaga y te jode el resto del día bajo la influencia de su hermosa imagen, que solo te deja pensar en la próxima vez que la verás y esperar ese momento con ansías. Sus labios, rojos escarlata, contrastan con su piel de una manera exquisita, son seductores, son delgados y provocadores, son el sueño de un hombre, la envidia de cualquier mujer, el anhelo del ser humano.
La amo. La amo y no lo cansaré de decirlo. Espero que mi dama me quiera también, o dejaría simplemente un corazón que esta magullado, triste, cansado.