jueves, 24 de noviembre de 2022

 Hubo un momento en que pensaba que la vida se moldeaba a mi voluntad. Que todo lo que estaba a mi alcance, empezando por mí mismo, lo podía manejar dependiendo de lo que yo necesitara. A través de los años, la vida me ha dado lecciones de que el caos gobierna el mundo y que así este en la palma de mi mano, todo se puede desmoronar en cuestión de segundos. 

Estoy bien.

 Todo el tiempo estoy bien. Sin embargo, estoy bien pero ya las mañanas soleadas no me sacan una sonrisa, que el peso de su cabeza en mi corazón no me alivia los males, que no me levanto queriendo seguir adelante, que no me motiva dar un paso más. Estoy bien. Quisiera estar mal. Quisiera llorar, patalear, gritar, decirle a todo el mundo que no me parece lo que está sucediendo, soltar el peso, decirle que la extraño y no quiero perderla. Quisiera estar acostado en el piso, en posición fetal, y dejar que me carguen un rato. 

Pero otra vez estoy aquí, en la misma cama, con los ojos rojos, pesados y tristes. Suspiro otra vez.

Estoy bien.