jueves, 9 de abril de 2015

The dog

     Espera en la puerta. Su mirada está ida, y sus pensamientos son tormentosos. Aún así, espera firme, sentado, sin aspiraciones y lleno de temor en la soledad, cuando ésta es la que lo ha acompañado desde siempre, uno de sus temores más estúpidos e irrelevantes en este momento. Es algo extraño, ya que alguien de su tipo no debería tener, al igual que sueños, ningún miedo, pero igual a sido algo permanente en él desde el momento que que desarrollo ese irracional miedo a lo inevitable: la muerte.
     Sigue ahí, concentrado en los autos pasar, los humos que lo marean, todo lo que es la ciudad, y él es parte de ella. Al final, llegan aquellos a los que espera, con ese cariño falso que se le dan a los utensilios, o aquel juguete deseado que proporciona un simple placer momentáneo. Él los recibe con esa sonrisa falsa, aquella complaciente mentira que se le expone a lo gente para que no se preocupe, una mascara infranqueable que solo queda ahí: un inútil disfraz. 
     Se levanta con esa sonrisa de oreja a oreja, y se acerca a ellos. Camina en silencio, callado, porque los perros desamparados ladran en soledad. 

domingo, 8 de febrero de 2015

Mala suerte

     Llueve y el cielo es oscuro. Mi techo, como el mar, refleja aquella tristeza profunda y, en medio de un limbo mental, busco estrellas imposibles. Una música triste y desesperanzada suena en alguna parte. No logró pensar en nada, ya que el recuerdo de aquel momento melodramático me persigue en cada uno de mis parpadeos. Durante un estado en el cual el razonamiento se ve afectado por sustancias que ayudan a controlar el dolor y la pesadez mental que sufro, no puedo diferenciar la realidad del sueño, aunque sin duda prefería la segunda, ya que al menos en después de éstos no pasa nada y todo es una mala bocanada de humo. Busco imágenes en las estrellas que me invento y con ello puedo pasar una noche más, una noche fría y sola, sin palabras de alivió, caricia o un "todo estará bien". Creo que mi problema es aquella ilusión que creo para soportar los días, pero de un momento a otro algo me bota al piso y me pisa cual cucaracha.
      Soy inservible. Soy el desperdicio de una vida que cualquier persona sensata hubiera aprovechado mejor. Lo único que logró hacer es volver la vida de los demás un poco más entretenida, mientras yo me hundo un poco más en ese abismo oscuro de aburrimiento y pocas ganas de cualquier cosa; también se sonreír para no preocupar a nadie, si todavía hay alguien que le importo alguna mierda. No se debe confundir esto con un intento de llamar la atención ni mucho menos, puesto que me altera aún más las palabras de "no lo eres" cuando estoy seguro que soy, prácticamente, nada. Estoy roto, y nada llena esos huecos que quedan de un lado a otro. Nadie quiere juntarlos y yo no tengo ni un quinto de la motivación suficiente para lograr algo así. Me pierdo y luego trato de verme a un espejo para lograr darle forma a lo que antes era yo, y no veo más que algo que todavía no hace sentido para mi. Ojos tristes, fachada ahogada y una mueca burlona por mis estúpidos pensamientos, un susurro imaginario, una caricia que nunca llegará, un beso de buenas noches y otra vez al humo intenso.