lunes, 21 de marzo de 2016

Lunes 21

     Otra vez entro tambaleante. Otra vez las llaves caen estrepitosamente contra la fría madera, y por pocos instantes logro hacer contacto conmigo mismo mediante el espejo. Me devuelve una mirada cansada, una fachada desarreglada y un corazón roto. Ignoro más detalles de esa figura y sigo adelante. Tropiezo con la alfombra y caigo de espalda sobre la pared. Me resiente un dolor conocido, me reciente todo lo que he consumido. No logró pensar correctamente pero, ¿es ello un problema? ¿no es lo que quería al fin y al cabo? Una sonata retumba en mi cabeza. No logro conectar conceptos. Un evento vergonzoso tras otro. Cierro los ojos, he caído a la fuerza de mis pensamientos.... y de mi torpeza etílica. Mil cosas pasan por mi mente: autos, luces, caras, besos, chicas, el olor a gasolina, el sabor a sangre, el dolor punzante en mis costillas, angustia, diversión, tu sonrisa, tus labios-
     Una gota resbala por mi frente, desconectandome de mis pensamientos... si así se les pueden llamar. Verifico que no esté herido. El roce de mis dedos con los del vaso roto me producen estremecimiento. Lo he hecho otra vez. Otra vez entro tambaleante.
      Aunque solo dura un par de segundos, toda la escena transcurre en horas desde mi perspectiva. Intento levantarme. La estúpida composición sigue sonando en mi cabeza junto al dolor punzante que amenaza con matarme. Al ponerme de pie, vuelvo a verme con aquella figura conocida que me observa fijamente, recriminandome a cada segundo que pasa. No soporto verlo, hace tiempo que me deprime el siquiera prestarle atención. Simplemente lo veo ahí, meditando el si estirar su puño para suicidarse entre cristales rotos o apagar la luz para que vuelva a su mundo de sombras, donde no molestará. Aunque no nos llevemos muy bien, logramos concordar en que la segunda es, sin duda, la mejor opción.
      Ya es hora del momento más difícil de la noche: acostarme a dormir. Subir las escaleras en este estado de parcial descontrol se vuelve cada vez más fácil en cuanto se repite, y no solo en cantidad sino en frecuencia. Cada noche que pasa, cada hora que disputo en esa habitación, cada segundo que transcurre, me atemorizo de estar solo, de dejar que mis pensamientos ataquen, de perder la batalla con mi compostura, con mi cordura, con mis ambiciones, no poder sostener la cantidad de pensamientos que no me dejan proseguir, aquellos arrepentimientos, esas palabras que no dije que me apuñalan por dentro, aquellas que si salieron pero que hirieron, toda la gente que confió en mi y decepcione.... pero igual, tengo un secreto para poder sobrellevarlo: el no dejar que entren jamás. Otra vez me encuentro al frente de la habitación, oscura, fría, solitaria. Otra vez entro tambaleante.
       Otra vez he ganado la batalla contra mi cabeza. Logro cerrar los ojos y pensar en aquella noche. No se si estoy muerto, si me molieron a golpes, si estuve en los brazos de una bella chica, si morí en un corredor de la casa de algún extraño. Intento alcanzar cualquier cosa pero no puedo. Solo. Silencioso. Solo se escucha el compás de un maltrecho corazón y una respiración corta y pausada. Otra vez estoy solo.
      Otra vez entro tambaleante. Otra vez me duermo sin ti.