Hoy mi noche está fría, hoy mi cuerpo tiembla de pena, hoy me siento triste, destruido, hoy, más que nunca, quiero hablarle a ella. A veces me pregunto si ella también piensa en mí cuando fuma, a veces me pregunto si alguna vez ella me extraña en sus mañana rotas. Cada vez más entiendo lo que ella quería decir, que todo es un sin sentido, y que todo esta vida no es más que un robo, que el alcohol te brota de esta horrenda realidad, que los cigarros son como el amor, que te matan despacito, que las drogas te alejan de tu mente, que el odio es más fuerte que cualquier otra sensación, que la amo, y ella me amaba a mí; y ahora, dos extraños vagando en la tierra, uno hundido en una pena de amor y entrando en otra, porque vive de una desgracia a otra, cabizbajo, fingiendo una sonrisa a aquel mundo que espera que le regale una de éstas, intentando que todo sea normal, cuando su propia normalidad le aburré a muerte. Ella, radiante, bella como siempre, disfruta de su insulsa vida, con una linda mirada al infinito y una compañía que la haga feliz.
Hoy, en
esta noche fría, en esta casa en la cual no me puedo reconocer en los espejos,
que un reflejo me mira desde aquella superficie de cristal, de aquel hombre que
supuestamente soy, pero que no creo ser, y me siento vacío, y quiero llorar,
porque esta casa me deprime, porque sus recuerdos me deprimen, porque hoy más
que nunca quiero hablar con ella, contarle que ya he cambiado, que no soy tan
estúpido, que me gusta, que quiero besarla, o si quiera verla, tocarla, efímera
en el frío tacto de mis dedos, escuchar
su respiración una vez más, saber que ella está viva, y que otra vez muere por
mí, y que yo muero por ella.
Hoy me
siento aburrido, porque mi realidad apesta, a mis “amigos” no les importo en lo
más mínimo, porque a ninguno impacto, porque soy solo aquella presencia de un
momento, y nadie se detiene a pensar si estoy bien, si puedo dormir por las
noches, si mi corazón está roto cómo mi mente. Me divierto sólo, pero a veces
abro los ojos y me doy cuenta que soy solo un solitario imbécil, y la soledad
es peligrosa, y el alcohol no me llena, y los tabacos no me quitan el aliento,
y aquella chica que me importa, que impone aquella llama efímera que alumbra mi
oscuridad total, no le importo tampoco, simplemente soy un “buen amigo”, y ni
siquiera eso creo ser, porque soy solo otro desgraciado, porque la quiero, pero
no me creo capaz de seguir adelante si no he podido cerrar un capítulo viejo, y
tengo miedo de perderle, y así terminar de perderme en mi propio abismo, porque
con ella sí tengo mucho que perder, y extraño a una mujer que probablemente no
me recuerde.
Hoy la
quiero en mis brazos, tanto a la chica de mi presente como la de mi pasado,
porque una me robo el corazón y no me lo ha devuelto, y la otra porque intenta
llenar ese espacio tímidamente, porque una me quito la vida con su humo azul, y
la otra intenta recuperar aquella insulsa forma de ver el mundo, pero que cada
vez disfruto más, porque las dos, cuando caí en un acantilado,
me agarraron de la mano. Una por un poco tiempo y me dejo caer, y otra
me agarro en aquel momento, y no me ha dejado ir, porque intento recuperarme
una vez más, y ser mejor por ella y por mí.